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martes, 3 de marzo de 2015

MÉTODOS DE LA CRIMINOLOGÍA

¿CUÁLES SON LOS MÉTODOS DE LA CRIMINOLOGÍA?

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1 EL MÉTODO EN CRIMINOLOGÍA.

Vimos en un blog anterior que el proceder metódico es el único que puede conducir a un conocimiento científico. No hay que considerar al método científico simplemente como el camino que hay que recorrer para llegar a un fin; concebido de manera tan amplia, el método no es sólo necesidad de la ciencia sino también condición del saber vulgar y aun de la práctica diaria.
El método científico supone una serie de actividades lógicamente llevadas a cabo y concatenadas de modo de integrar una estructura. "Cada método consta de una serie de operaciones regulares, de supuestos y alcances bien definidos. Una serie de tanteos sin plan, al azar, aunque vayan inspirados en una segura intuición científica, no componen un método ni aun en el caso de que conduzcan a descubrir verdades nuevas; en estos casos, las verdades descubiertas deberán ser controladas mediante rigurosos métodos de prueba y sólo entonces adquieren firmeza: la deficiencia metódica en el hallazgo será compensada con la precisión metódica en la comprobación"[1]. De donde se desprende otro carácter del método: suobjetividad, es decir, su posibilidad de ser usado por cualquier investigador ante los mismos objetos. Un método de conocimiento que sólo pudiera ser utilizado por una persona no podría nunca ser reconocido como científico.
Esta objetividad no es fácil de alcanzar en Criminología. Como señala Coeppinger, puede ser alterada por las valoraciones personales[2]. No debemos olvidar que cada persona, cada investigador criminológico, suele tener de antemano sus particulares concepciones desde las cuales intentará interpretar los datos. La unilateralidad es un riesgo contra el que hay que prevenirse.
También debemos tener en cuenta que, al tratar de explicar una conducta delictiva, tenemos que recoger muchos datos. De manera excepcional, podrá el investigador detenerse largamente en esta tarea; pero lo usual es que ese detenimiento sea imposible. El investigador se ocupa de varios, a veces numerosos, casos y tiene que cumplir su tarea en tiempo limitado ya que sus informes han de servir de base a la sentencia y es de desear que ésta se dicte sin que haya un censurable retardo en la acción de la justicia. Esta necesidad puede llevar a que los datos sean incompletos y, en alguna medida, superficiales.
Dado el carácter eminentemente natural de la Criminología, las investigaciones tendrán que atenerse, en lo fundamental, a los métodos propios de las ciencias naturales que son los adecuados para tratar con hechos. En este aspecto metodológico, Criminología y Derecho Penal se contraponen radicalmente. Pero no puede buscarse simplemente la acumulación de datos. Aunque se llegara a conseguirlos en gran cantidad, por sí solos no constituirían sino un conjunto informe. Será preciso formular hipótesis generalizadoras que luego serán confirmadas o rectificadas por investigaciones posteriores, hasta extraer algunas reglas. Es preciso inducir algunas conclusiones generales y tratar de sistematizarlas a fin de lograr conocimientos científicamente estructurados.
Ciertamente se han de tomar en cuenta y de modo fundamental, los métodos propios de las ciencias componentes de la Criminología. Pero habrá que considerar que las dificultades en ésta son mucho mayores que en aquéllas porque se ocupan de algo muy complejo —el delito— que además no puede ser analizado desde el ángulo puramente naturalístico. Ciertamente y como ejemplo, es menos difícil investigar el sistema endocrino o la inteligencia de una persona que establecer la forma en que esos factores contribuyeron para determinar una conducta delictiva[3]. Estas dificultades no deben paralizar o excluir la acción de la Criminología hasta el momento en que todo se conozca y sea fácil de alcanzar alguna conclusión práctica pues entonces tendría que mantenerse la inmovilidad para siempre: se tiene que aprovechar lo que es posible en el momento y dadas las circunstancias. Eso es lo que ocurre en otros campos, como los de la Medicina, la Psiquiatría, la Pedagogía, etc. Ningún oncólogo estará justificado de cruzarse de brazos simplemente porque todavía es mucho lo que se ignora acerca del cáncer y el diagnóstico y la cura tienen muchos aspectos dudosos. Con situaciones semejantes nos enfrentaremos en la Criminología aplicada. En la práctica, es frecuente que, a falta de algo mejor, tenga que operarse en base a probabilidades ni siquiera muy altas.
En Criminología, tenemos dos aspectos que estudiar: el delito como hecho individual y la criminalidad como fenómeno de masas. En ambos casos, hay que partir de datos de hecho. Como método principal en el delito individual, tenemos el estudio del caso. El método fundamental para el estudio de la criminalidad como fenómeno social es la estadística.
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2 EL MÉTODO EXPERIMENTAL.

En las ciencias naturales puras, como la Física y la Química, se han conseguido los mayores logros con el empleo del método experimental.

2.1 ¿En qué consiste el método experimental?

El método experimental consiste en observaciones, pero no de los hechos tales como se presentan de por sí sino provocados intencionalmente y en circunstancias en que la captación de los datos es facilitada al favorecerse el análisis de los elementos y causas de un fenómeno.
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2.2 El Método Experimental y la Criminología.

Si este método ha conseguido muchos éxitos en materias afines a la Criminología, podría pensarse que es fácilmente aplicable en ella. Pero eso supone dificultades insalvables. En efecto, es característico del experimento que haya un análisis de los factores; se hace variar uno mientras los demás se mantienen inmutables. Así, si se desea determinar la influencia de la presión atmosférica en la ebullición, se introducirán cambios en este factor dejando invariables los demás (naturaleza del líquido, temperatura, etc.). Todo experimento supone un análisis que es posible en Física, Química, etc., pero imposible en la conducta humana y, por tanto, en el delito.
Podíamos llegar a esta conclusión observando el éxito que el experimento tiene en las ciencias componentes de la Criminología. La Biología lo emplea, pero sin duda no con tan buenos resultados como la Física y la Química. Menores son todavía los éxitos en Psicología y Sociología, es decir, en ciencias que tratan aspectos más complejos y con mayor injerencia de lo que no es puramente naturalístico. Si examinamos la esencia del delito y consideramos al delincuente, llegaremos a afirmar con mayor fuerza las dificultades: en el delito es imposible variar un sólo factor dejando inmutables los demás; la variación en uno arrastra modificaciones en otros y en la estructura total de la conducta, es decir, quedan inmediatamente comprometidos los supuestos en que se basa el experimento[4].
Fuera de lo anterior, debemos tener en cuenta otro hecho; es de carácter social y moral: no se puede provocar el delito por el mero afán de estudiarlo. Esta razón perdería peso si experimentáramos con delitos ficticios, con conducías que se parecen a las delictivas, pero que el experimentador se preocupa de que no lleguen a serlo realmente. Pero, aun admitida la posibilidad —lo que es mucho admitir— de que las dificultades de tales experimentos fueran vencidas, ¿será lícito llevar las conclusiones así obtenidas hasta aplicarlas a los delitos verdaderos?
Pero, como hace notar Taft, a veces se obtiene un cierto aislamiento de los factores en grado cercano al que existe en el experimento. Tal sucede en el método que algunos llaman terapéutico. Supongamos el caso de un menor cuyos delitos se deben principalmente a causas hogareñas; lo colocamos en un hogar de buenas condiciones. Si la corrección se produce, podremos aceptar que fue realmente el hogar la causa troncal de la delincuencia; el tratamiento dará una prueba de ello y, al mismo tiempo, se habrá aislado uno de los factores del delito. Pero aun entonces, se podrá afirmar que no se ha variado un solo factor, el hogareño, sino muchos otros que se relacionan con él.
Por tanto, en general, tendremos que limitarnos a analizar los hechos producidos y las consecuencias de las medidas que se les aplican, pero sin provocarlos expresamente.
Si bien no cabe el experimento para estudiar el delito como talpuede utilizárselo en cada una de las ciencias componentes de la Criminología. Por ejemplo, el experimento servirá para determinar el biotipo, las hormonas, el grado de desarrollo mental, la memoria, los sentimientos, etc. Pero nunca habrá de olvidarse que, dentro de un sistema de valoraciones propias de lo delictivo, habrá limitaciones morales y jurídicas que impidan hacer inclusive todo lo que es admisible en el campo puramente curativo.

3 EL MÉTODO DEL CASO INDIVIDUAL.

Este método debe su importancia actual principalmente al impulso de los criminólogos estadounidenses. Fue fundado por William Healy.
El busca reunir todos los datos individuales que pueden contribuir a comprender el acto delictivo. Se toman las declaraciones del delincuente y de quienes lo conocen; se investiga su ambiente físico y social; se recurre a los informes técnicos de psicólogos, psiquiatras, pedagogos, médicos, etc., para inferir luego la importancia de los distintos factores en la determinación del delito[5]. Esta última labor es quizá la más importante y difícil ya que no se busca una mera acumulación de datos, por numerosos y significativos que sean, sino coordinarlos o interpretarlos para inferir una explicación.

3.1 Limitaciones del método del caso individual.

Las ventajas del método no pueden ser puestas en duda; pero tiene limitaciones que dependen fundamentalmente de dos razones:
3.1.1 es imposible conocer todos los datos necesarios
1) es imposible conocer todos los datos necesarios; eso ocurre no sólo porque en algunos aspectos hay que estar a las declaraciones del delincuente y éste puede tener interés en no decir la verdad sino también porque, aun suponiendo la mejor voluntad en cuantos intervienen en la investigación, no son remediables el olvido de algunos datos, la falta de control de los mismos, etc.
3.1.2 El material debe ser interpretado lejos de todo prejuicio,
2) El material debe ser interpretado lejos de todo prejuicio, lo que linda en lo imposible y no sólo por flaquezas propias de todo ser humano, por amante que sea de la ciencia, sino precisamente porque los investigadores suelen tener sus concepciones generales acerca de la importancia relativa de las causas del delito, concepciones para las que buscan confirmación en los nuevos casos[6].

3.2 Procedimiento para la obtención de Datos e informes dentro del método del caso individual.

Dentro del método del caso individual, pueden considerarse procedimientos numerosos destinados a la adquisición de datos y de informes. Citemos algunos de los más corrientes, a los que Taft reconoce cierta autonomía.
3.2.1 Autobiografía del delincuente.—
Los criminales suelen tener acerca de su conducta, opiniones diferentes a las ajenas lo que los predispone a explicar sus puntos de vista; por eso, es corriente que acojan sugestiones para escribir su autobiografía. Suelen conseguirse así datos muy interesantes, sobre todo si el delincuente está ya definitivamente condenado y no tienen interés en ocultar datos. La actitud suele ser distinta cuando se trata de simples procesados que tienen interés en mostrar hechos que los favorezcan en la sentencia.
Las limitaciones y ventajas del procedimiento son claras. Sólo es aplicable en criminales de cierto nivel cultural e intelectual y en relación con ciertos delitos (la negativa es regla en algunos delitos, como los de homosexualismo, violación, delación, etc.). Por sinceras que sean la buena voluntad y la buena fe del escritor, dejará de lado todo lo que olvidó así como todo lo que no conoce por ser de naturaleza inconsciente. Asimismo, sucederá que el criminal, desconocedor de la Criminología, deje de lado hechos que considera sin importancia y que la tienen; o se detendrá en detalles útiles, a los que considera fundamentales. Taft hace notar que, entonces, el criminólogo se enfrenta con un dilema: o permite que todo quede librado a lo iniciativa del delincuente y por consiguiente, pierde datos importantes; o sugiere cuáles son los temas que deben ser extensamente expuestos, en cuyo caso puede torcerse el resultado con la introducción de los propios prejuicios o abrir al delincuente el camino a procesos de racionalización que perturban la veracidad de los datos y la interpretación espontánea del autor[7]
3.2.2 El observador participante.—
El investigador o una persona de su confianza adopta la forma de vida del delincuente para poder estudiarlo "al natural", sin las deformaciones o inhibiciones que muestra cuando se encuentra ante extraños. Así, se pueden recoger informaciones útiles, por ejemplo en cuanto a las reacciones del criminal frente a la vida carcelaria —el investigador asume el papel de un detenido más—, la estructura y funcionamiento de las pandillas de adultos, jóvenes y niños, sobre todo en estos dos últimos casos en que es corriente un falso sentido de lealtad que dificulta la obtención de informaciones fidedignas.
El investigador corre riesgos. Por ejemplo, si es descubierto y considerado un delator o si es arrastrado por el espíritu de la pandilla, lo que está lejos de ser raro, especialmente en el caso de niños y de jóvenes.
3.2.3 El registro de actividades.—
Los métodos anteriores tienen las deficiencias anotadas; varias quedarían anuladas si se utilizara el método que Taft sugiere y que podemos denominar de "registro de actividades"
En él, se inscribirían los datos importantes en el momento de producirse, para evitar olvidos o deformaciones posteriores. La experiencia se llevaría a cabo, supongamos, con mil individuos tomados desde su infancia. La recolección de datos proseguiría hasta que cumplieran treinta años, tomando toda precaución para que aquellos sean exactos. Al cabo, se compararían los registros de las personas honestas con los de quienes han delinquido. Indudablemente, resultarán diferencias y conclusiones valiosas en orden a las causas del delito.
Pero el propio Taft duda de que este método se lleve totalmente a la práctica, por lo menos en todo su alcance. Habría muchas dificultades, entre las cuales se destacan:
1) Los gastos, que serían enormes, para sostener al personal investigador;
2) Los cambios ambientales inesperados y extraordinarios, como sería una guerra, que pueden complicar la interpretación y las posibilidades de aplicación a circunstancias corrientes;
3) Los desplazamientos de los sujetos investigados, que obligarían a seguirlos hasta sus nuevos domicilios;
4) Las objeciones de los padres de los niños "buenos" que se opondrían a que éstos fueran sometidos a un estudio sobre su posible delincuencia. Taft considera que este su método debe ser visto más como una meta lejana a la que debe tenderse que como un objetivo de inmediata realización[8].

4 LA ESTADÍSTICA CRIMINAL.

Método por excelencia para el estudio de la delincuencia como fenómeno social o de masas. Es uno de los fundamentos de la Política Criminal.
Pese a la intervención de las matemáticas en la elaboración de las estadísticas, ellas tienen graves deficiencias contra las que es necesario precaverse.
Las estadísticas serían fiables y base segura para los estudios criminológicos, si contuvieran todos los delitos cometidos. Inclusive serían muy fiables si sólo escapara de ellas una mínima parte de los hechos criminales. Eso no sucede. Tampoco podemos estar seguros de que todos los datos relacionados con los delitos y los delincuentes son verdaderos. Las limitaciones del método del caso individual se reflejan en las estadísticas.
Lo primero que puede señalarse es que las estadísticas propiamente criminológicas son raras. En general, son más comunas las estadísticas carcelarias, sobre número de reclusos; las penales o judiciales, sobre causas llevadas a los tribunales y sus resultados, y las policiales, sobre arrestos, denuncias e investigaciones. En todos estos casos, se da mayor importancia al tipo delictivo o a la sanción impuesta que a las causas de la criminalidad.
Pueden resultar también errores en cuanto al tiempo en que se produjeron los delitos sobre todo si se sigue el criterio legal de que es criminal sólo quien ya ha sido definitivamente sentenciado como tal. Entonces, los datos se consignarán en las estadísticas del año en que se produjo la condena y no del año —o mes— en que el hecho se realizó. Podría, por tanto, presentarse una ola de robos en 1978 cuando en verdad ella apareció dos años antes. El peligro de inexactitud será particularmente grande en países como el nuestro, donde muchas veces pasan años y hasta lapsos entre la comisión del delito y su condena final. Como alternativa, se podría esperar hasta que todos o la mayoría de los delitos cometidos en cierto año sean condenados —o no—; pero eso traería un permanente y considerable atraso en los datos; surgiría, además, la permanente duda de si se han consignado todos los delitos o si no aparecerán otros que obliguen a permanentes rectificaciones.

4.1 Delitos que escapan a las estadísticas.

Hay que admitir, especialmente, que no todos los delitos son consignados en las estadísticas; escapan a ellas:
4.1.1 Los delitos cometidos y no descubiertos
a) Los delitos cometidos y no descubiertos, entre los cuales están muchos hurtos, estafas, abusos de confianza, abortos, infanticidios, asesinatos cometidos por medio de veneno u otros medios no violentos.
Sutherland y Cressev ponen de relieve sobre todo los delitos cometidos por la policía y asimila, con toda razón, los arrestos ilegales a los secuestros[9]. En Bolivia y varios otros países latinoamericanos, debemos destacar de modo especial los delitos cometidos por la policía política, que van desde arrestos ilegales hasta homicidios, pasando por los numerosos de torturas graves y leves, pero de los que no se tiene conocimiento.
4.1.2 Los delitos descubiertos, pero no denunciados a las autoridades
b) Los delitos descubiertos, pero no denunciados a las autoridades.— Esto sucede con la mayoría de los delitos contra el pudor pues los padres suelen preferir un honorable silencio al escándalo resultante de un juicio público. También los casos en que no se confía en la magistratura o en la ejecución adecuada de las sentencias; entonces, se piensa que la denuncia no llegará a nada concreto e inclusive que ella traerá represalias contra las que será imposible cubrirse; tales, por ejemplo, los casos en que hay que proceder contra la policía, altas autoridades políticas y administrativas y hasta dirigentes políticos, allí donde la democracia es un mito o poco menos. En Bolivia, ha habido numerosos casos en que se conocen arrestos ilegales y torturas; pero no se inician juicios criminales porque las consecuencias serán peores para los detenidos y hasta sus familias[10]. En otros casos, la causa del silencio es la plena convicción de que los tribunales harán muy poco[11]. Hay veces en que el delito existe, pero la causa penal no se lleva a cabo porque no ha sido identificado el autor[12]. Particular relieve tienen, en cuanto a facilidad para eludir las estadísticas, los delitos cometidos por profesionales[13].
4.1.3 Delitos descubiertos, denunciados, pero judicialmente no comprobados o que no concluyen con sentencia condenatoria.—
c) Delitos descubiertos, denunciados, pero judicialmente no comprobados o que no concluyen con sentencia condenatoria.— La situación puede presentarse por falta de pruebas convincentes, por desistimiento en los delitos de acción privada[14], por ineficiencia de la policía o los jueces, por dificultades especiales de algunos juicios, etc. De cualquier modo, los que cometieron el delito no pueden ser incluidos legalmente, como tales, en las estadísticas.
Citemos algunos ejemplos.
El primero toca a tos delitos de quiebra, de los cuales los abogados conocen muchos. Sin embargo, no sabemos de ningún caso que hubiera sido sentenciado definitivamente desde la fundación de la República y no porque nuestros comerciantes sean muchísimo más honestos que sus colegas del resto del mundo. La razón fundamental era de orden legal, hasta la reciente codificación nueva. Las causas eran antes tan complejas que una sentencia se hubiera producido sólo después de varios lapsos y enormes gastos. Los acreedores preferían salvar lo que se pudiera y luego abandonaban la causa. Esta era archivada y libertado el culpable.
Hace cuatro años, los medios de información llamaron la atención pública sobre un hecho escandaloso: pese a que los delitos de fabricación de cocaína eran numerosos, que generalmente había pruebas convincentes porque los culpables eran descubiertos in fraganti, que era necesaria una represión eficaz y que había prohibición expresa de conceder a los sindicados libertad provisional si había pruebas contra ellos; pese a todos estos antecedentes, se dio una situación muy especial: de 214 fabricantes detenidos en un semestre, al cabo sólo quedaban en tal condición 14 y los juicios languidecían. Desde luego, la impunidad era la regla y las estadísticas ocultaban casi completamente la realidad.
En investigaciones hechas como trabajos prácticos en la cátedra de Criminología, se comprobó otro caso raro en cuanto a delitos de violación y seducción cometidos contra menores. Eran escasos los juicios con finalidad estrictamente penal; en general, los padres incoaban las acciones para conseguir una reparación económica o para forzar al delincuente a que contrajera matrimonio con la víctima. En la mayoría de los juicios, conseguidos estos objetivos, se producía el desistimiento y, luego, el olvido de la causa, salvo casos excepcionales. Estos hechos, consiguientemente, no pasan a las estadísticas.
Hay que tomar en cuenta, además, que no todos los delitos conocidos por las autoridades son registrados por la policía o por los tribunales, ni siquiera en los países que tienen mejor organizadas sus estadísticas.

4.2 ¿A qué porcentaje llegan los delitos que escapan de éstas y que constituyen las llamadas "cifras negras" de la criminalidad o la delincuencia que permanece oculta?

Ya en su tiempo. Ferri consideraba que escapan a la sanción y, por consiguiente, a las estadísticas, el 65% de los delitos[15]. Esta afirmación, como otras que se citen, toman como punto de comparación algo inasible y desconocido: precisamente el número de delitos realmente cometidos. Por tanto, las cifras tienen que ser tomadas como valores sumamente relativos.
Así. Radzinowicz sugiere que sólo el 15% de los delitos cometidos en Inglaterra quedan en los registros; Hoard Jones piensa que esa cifra llega al 25 por ciento. Para Alemania, Mayer y Wehner admiten cálculos similares[16]. Si eso sucede en naciones altamente desarrolladas, puede suponerse lo que ocurre en las subdesarrolladas. Según Taft, en Chicago pudo comprobarse que sólo el 7% de los delitos graves eran registrados en las instancias superiores; después de muchas y especiales recomendaciones, se logró que se registrara el 40% de los delitos.
Las estadísticas no son igualmente inexactas en relación con todos los delitos. En los casos de homicidio violento, robos a mano armada y otros semejantes, las cifras se acercan más a la realidad. Lo contrario ocurre en estafas, fraudes, defraudaciones de impuestos, abortos, seducción, violaciones, hurtos menores, y, en general, los crímenes cometidos por medios fraudulentos[17].
En cuanto a los datos tocantes a los delincuentes, hay que estar muchas veces a lo que ellos declaren; la posibilidad de una verificación suele ser anulada no sólo porque muchos de tales datos sólo pueden ser proporcionados por el sujeto al que se pregunta sino porque, en otros casos, la comprobación implicaría ingente inversión de dinero, tiempo y esfuerzos. Taft dice que, en un caso en que se procedió a una verificación, resultó que alrededor de un tercio de los datos proporcionados por los criminales era falso.
¿Significa lo anterior que hay que descartar el uso de estadísticas en Criminología? Ciertamente, no. Simplemente —y no es poco— que hay que usarlas con mucho cuidado a fin de evitar conclusiones precipitadas como aquellas en que frecuentemente incurrieron los fundadores de la Criminología. Las estadísticas no son exactas, pero son menos inexactas que las apreciaciones hachas por otros medios.
Uno de los beneficios que puede extraerse es el establecimiento de correlaciones entre distintos grupos de fenómenos. Por ejemplo, entre el delito y las crisis económicas, las guerras, la desorganización familiar, el grado de instrucción escolar, etc. Sin embargo, como principio metodológico, es recomendable no deducir de una simple correlación estadística una relación de causalidad entre dos variables. Puede ser que eso ocurra, pero puede ser también que no. Hay que recordar el viejo principio según el que post hoc no equivale a propíer hoc. Así, el tipo criminal de Lombroso resultó del error de inferir que pues ciertos caracteres antropológicos se encuentran en mayor cantidad entre los delincuentes que entre los no delincuentes, ellos son la causa de la criminalidad.
Las estadísticas permiten también comparar los caracteres de los criminales tomados en conjunto y los similares de los no criminales; pero, si se desea sacar conclusiones valederas, habrá siempre que andar con cuidado. Se incurre en error, por ejemplo, cuando, en base las estadísticas, se comprueba que, como promedio, los criminales tienen menor inteligencia que los no criminales y se da excesiva importancia al factor intelectual en la causación del delito. Se suele olvidar que los inteligentes lo son inclusive cuando delinquen, son más capaces de eludir la justicia, cometen delitos más difíciles de descubrir y de probar; generalmente están en mejor situación económica que los inferiores, por lo que cuentan con una defensa más adecuada. Muchos casos similares al citado han de presentarse a lo largo de esta obra.
Si se tienen en cuenta las limitaciones de las estadísticas y «e proceden con prudencia, ellas pueden proporcionar muchos conocimientos. Descubren aspectos que, de otro modo, podrían ser descuidados, como la importancia criminológica de los estudios comenzados, pero no concluidos sin causal justificativa.

[1] Romero y Pucciarelli Lógica, p. 147.
[2] V. Criminología, especialmente las pp 65 69
[3] Estas dificultades son inmediatamente captadas por el especialista; pero pasan inadvertidas ante el lego en la materia. Por eso, mientras el primero suele proceder con cautela en sus afirmaciones, especialmente en sus generalizaciones, no faltan quienes las hacen con plena seguridad basándose sólo en alguna observación que, muchas veces, es sumamente incompleta y a ojo de buen cubero. Pocos se animan a incursionar en la Física, la Química, la Medicina si no tienen una preparación adecuada; pero en Criminología sí lo hacen y con toda tranquilidad e conciencia.
[4] En tal sentido, V.: Taft, Criminology, p. 43; Bonger, Introducción a la Criminología, p. 50; Cantor, Crlme and Soclety, p. 35.
[5] Se advierte enseguida el carácter multidisciplinario de la investigación criminológica, la imposibilidad de que sea llevada a cabo por una sola persona.
[6] Un buen resumen del método y de las críticas que merece, en Reckless, Criminal Behavior, pp. 173-181. El autor insiste en la forma en que, de entre los datos obtenidos, se seleccionan algunos como supuestos factores principales del delito, usando criterios que corresponden más a los prejuicios, a la posición propia del investigador, que a su real importancia. Este defecto es tan corriente que, según Reckless. a él no escapó ni siquiera Healy.
[7] Datos y bibliografía muy interesantes, en von Hertig. Criminología, pp. 104 - 109.
[8] Los frutos que pueden recogerse se advierten en investigaciones en que se ha seguido por un tiempo a los delincuentes; tal el caso de la que llevaron a cabo los esposos Glueck sobre carreras criminales seguidas por varios años. Algo semejante se advierte en la obra Delinquency in a birth cohort. de la que son autores Wolfgang. Figlio y Sellin.
[9] V.: Principies of Criminoiogy, p. 46.
[10] La Comisión de Derechos Humanos de Bolivia tiene varias publicaciones en que consigna denuncias sobre este tipo de delitos por excesos de represión; aunque varios de los casos no tuvieran asiento en la realidad, siempre quedarían muchos bien fundados. Se han intentado recursos de habeas corpus. pero, que sepamos, ninguna causa criminal que hubiera concluido con la condena de las autoridades culpables.
[11] Tal el caso de los abortos. Varios informes sobre hospitales especializados en Ginecología, hablan de millares de abortos, entre los cuales, sin duda, muchos de tipo criminal. Pero ellos no son llevados ante los tribunales porque éstos no tendrían ni tiempo para considerarlos todos. Sólo llega algún caso especialmente agravado por la muerte o graves lesiones descubiertas.
[12] En La Paz, se denuncian frecuentemente entre cinco y quince robos diarios de vehículos; casi nunca los autores son descubiertos por lo cual la iniciación del juicio es imposible desde el punto de vista legal, es decir, no son puestos en conocimiento sino de la policía, pero no de los tribunales.
[13] Todos conocemos delitos cometidos por médicos y abogados en el ejercicio de la profesión; pero son muy escasos los juicios que se incoan al respecto. Inclusive es frecuente que la prensa informe de la comisión de delitos deportivos: pero las sanciones a los infractores quedan reducidas a las impuestas por los organismos rectores de cada deporte. No se va más allá. Esta situación no se da, ciertamente, sólo en Bolivia.
[14] No es raro, entre nosotros, que, salvo casos particularmente graves, el desistimiento lleve, a la larga, al archivo de la causa inclusive en los delitos de acción pública.
[15] Sociología Criminal, T. I., p. 266.
[16] Estos y otros datos, se hallan en Hood y Sparks Key issues in Criminology, pp. 15 - 16.
[17] El importante asunto de las fallas estadísticas es largamente tratado en las obras de Criminología. A veces, se insiste en el problema por medio de títulos como "delitos ocultos", "la criminalidad no revelada", etc. Véanse, entre otros: von- Hentig, ob. cit., pp. 69 - 99; el agudo análisis de Sellin, The measurement of criminality en geographic areas; Radzinowicz y Wolfgang, Crime and justice, toda la segunda parte del tomo primero, pp. 121 - 240; Hood y Sparks, ob. cit., pp. 11 - 45; Goeppinger, ob. cit., —con referencia a toda la metódica—, pp. 62 - 136, con muchas recomendaciones prácticas muy útiles

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